Los 9 errores más frecuentes con los fármacos en el día a día.


El uso de los fármacos se ha convertido en el día a día no solo del profesional de la salud, sino para todo el mundo. A pesar de ellos y de que todos tomamos algún tipo de fármaco, se siguen cometiendo errores que, aunque la mayoría de las veces sean errores leves, en otros casos pueden suponer un problema mayor y derivar en un efecto no deseado.

Existen grupos de población como los mayores, niños o pacientes con medicación crónica y polimedicados en los que la correcta administración de los fármacos debe ser aún más estricta. Los errores se derivan de la falta de conocimiento del proceso de uso de los fármacos, para qué, cuándo, cómo y durante cuánto tiempo se deben utilizar.

Por ello hablaremos de…

1.Adherencia

Agrupa a no respetar la pauta, saltárselas o dejar de tomar los medicamentos cuando uno se encuentra mejor, lo cual puede tener consecuencias muy graves (se estima que el 50% de los pacientes en nuestro país no siguen adecuadamente el tratamiento, según el colegio de farmacéuticos de Barcelona).

Generalmente, este error se da en patologías que son silentes, es decir, que no presentan síntomas externos, como puede ser en las fases iniciales de la diabetes o en la hipertensión. Y ahí está el problema, a largo plazo si estas patologías no están bien controladas acaban complicándose.
Otro ejemplo es el tratamiento con antibióticos, que si no se cumple el tratamiento establecido pueden presentarse resistencias y recidivas que compliquen el pronóstico y un tratamiento posterior de la infección.

2.Dosis.

Este error es mucho más frecuente en niños a la hora de dosificarles el tratamiento, debido al uso común de la cuchara para medir la cantidad de jarabe que se administra.
¿Por qué no podemos usar las cucharas de mesa para medir?.
La razón es sencilla: no todas las cucharas son iguales, por lo que las cucharas no son una forma precisa y milimétrica para administrar un fármaco.

3.Momentos del día.

Varios ejemplos. Las estatinas (tratamiento para controlar el colesterol) o los fármacos para la osteoporosis deben tomarse por la noche.
Otros fármacos son estimulantes y no deben tomarse antes de ir a dormir y viceversa, los opioides producen sueño y deben emplearse por la noche a ser posible para evitar efectos no deseados en las horas diurnas o peligros en la conducción. 

4.Masticar, romper y tragar.

La forma de un fármaco está hecha específicamente para favorecer el tipo de absorción que precise. Por ejemplo, algunos están preparados para absorberse por la mucosa oral y si se mastican pierden por completo su efecto.
Otro error está en las cápsulas, que en ocasiones se diluye el contenido para no tener que tragarla, lo cual es un craso error ya que están diseñadas para que se libere su contenido de forma gradual a lo largo del día, para que se disuelva en un lugar concreto del sistema digestivo o para proteger al medicamento del ácido del estómago, entre otros.

5.Aerosoles.

Hay que mirar si las cámaras empleadas están limpias y siempre tras la inhalación hay que enjuagarse la boca por el riesgo de infecciones por hongos (como el Candida). Como error importante, está la sobredosificación, que se produce más comúnmente al no oír el sonido asociado al dispositivo inhalador y se realice otra aplicación.

6.Automedicación.

Siempre hay que informar tanto al farmacéutico como al médico de la medicación que se está tomando para ver si se puede incluir en la lista uno nuevo, sea recetado o no, no sólo en el caso de analgésicos sino también en caso de suplementos, vitaminas o cualquier producto para la salud.
De hecho, se han producido casos graves, como el de una madre que confundió un frasco de Paracetamol con uno de Tramal, lo que derivó en la muerte de un niño por sobredosis de éste analgésico opioide que se usa en tratamientos de alivio del dolor. 

7.Interacciones.

Con bebidas alcohólicas (riesgo de sobredosis, daño hepático, problemas cardiacos...) y con alimentos (la leche y los zumos son los que más causan) son los más frecuentes, aunque hay que tener controladas las interacciones con otros fármacos.
También existe la creencia de considerar que todo lo natural es sano e inocuo, pero el origen natural no garantiza la seguridad y la ausencia de interacciones. Por ejemplo la hierba de San Juan, tiene muchas interacciones con diversos medicamentos.

8.Caducidad.

La caducidad de un medicamento marca la fecha a partir de la cual no se pueden garantizar las propiedades farmacológicas del mismo. Algo desconocido por la mayoría es que la fecha de caducidad del envase es refiere a éste sin abrir. Pero una vez abierto, tienen un tiempo limitado.
Uno de los errores más frecuentes es tener medicamentos caducados en el botiquín y usarlos sin revisar la fecha de caducidad. Ante la duda, lo más recomendable es mirar el prospecto e informarse adecuadamente.
Por otro lado, aunque la principal consecuencia de un fármaco caducado es su pérdida de eficacia, no siempre ocurre así. Entre los que hay que ser más cuidadoso se encuentran los colirios porque si los usamos caducados, no solamente no van a ser efectivos, sino incluso pueden estar contaminados y provocar una infección en el ojo por usarlos.
Por todo ello, lo mejor es llevar los medicamentos caducados al punto SIGRE.

9.Dónde y cómo hay que guardar los medicamentos.

Normalmente se suelen almacenar en lugares de uso cotidiano como el baño o la cocina, pero los expertos afirman que estos lugares no son adecuados, ya que son lugares con cambios continuos de humedad y la estancia modifica su temperatura y esto puede afectar al estado del medicamento.
¿Cómo deben guardarse?
Lo más recomendable es mantenerlos en su envase original, cerrados y alejados de fuentes de calor y humedad y sobre todo, fuera del alcance de los más pequeños.
Además, debemos tener en cuenta las características del fármaco, como por ejemplo como los antibióticos en suspensión o las insulinas, que deben conservarse en la nevera y volver a la temperatura ambiente antes de utilizarse.

¿Y estos errores como los solucionamos?

  • Conoce tus medicinas.
  • Ten una lista.
    • Escribe los nombres, dosis y cuándo tomarlas. También los medicamentos sin receta, vitaminas, hierbas y suplementos.
    • Haz una lista de las medicinas de sus alergias y las que te han dado algún problema en el pasado.
  • Lee y sigue las instrucciones. Los errores suelen derivar de fallos de memoria. Lee los prospectos y tener cuidado con los niños.
  • Pregunta
    • ¿Por qué tengo que tomar este remedio?
    • ¿Cuáles son sus efectos secundarios comunes?
    • ¿Qué debo hacer si tengo efectos secundarios?
    • ¿Cuándo debo dejar de tomar el medicamento?
    • ¿Puedo tomar este remedio o suplemento junto con las otras medicinas en mi lista?
    • ¿Necesito evitar ciertos alimentos o el alcohol al tomar esta medicina?

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